jueves, 18 de febrero de 2016

CRÓNICA DE LA PRIMERA REGATA A MAR DEL PLATA EN DOBLES DEL USHUAIA CORUM 280Cr

Primera regata en dobles del Ushuaia y primera navegada más allá de Núñez, ya quehabía navegado pocas veces, 3 o 4 Regacic y una vuelta al perro. Así que en lugar de hacer un primer cruce de bautismo a Colonia, despachamos el rooceánico a Mar del Plata.
La preparación:
Fue maratón para que los Somodi Bros pudiéramos estrenar el Corum 280 CR en la 60ava edición de la Regata Oceánica Buenos Aires - Mar del Plata. Comenzando por la medición completa para correr en ORC y continuando con las velas, el service de la balsa salvavidas, bengalas, lifesling, manta corta fuego, etc., etc., etc. Y el, ahora obligatorio, posicionador satelital: una sabia decisión del YCA para regatas de crucero de largo aliento y por qué no para cualquier navegación de crucero. Fue muy tranquilizador contar con ese aparatito que permite transmitir la posición con intervalos de 10 minutos, enviar y recibir SMS y enviar SOS, y además que los familiares y amigos puedan seguir la regata o cualquier navegación desde cualquier pantalla. En síntesis, llegamos a la inspección obligatoria el día previo a la partida con la lengua afuera.
La regata:
Se largó el viernes 12 de febrero una hora y media más tarde del horario previsto. ¡Casi no se podía abrir la barrera de Dársena Norte por la cantidad de camalotes acumulados! El día fue muy caluroso, un verdadero horno, con pronóstico de tormentas hacia la noche (que se cumplió con rayos, centellas y chaparrones), que incluía un frente para el día siguiente.
Largamos con viento suave del noreste, con spi al través. Luego se cerró hacia el este, y tuvimos que pasar al G1 para seguir camino hacia La Plata. Algunos siguieron fueron hacia la costa uruguaya y otros cerca de la costa argentina. Pero un suplicio que fue exactamente igual para todos: esquivar juncos y camalotes. En nuestro caso tuvimos que dar marcha atrás 6 veces para desengancharlos, en otros barcos tuvieron los tripulantes bucearon para desenredarlos de la quilla, hélice y timón, la primera parte fue una verdadera carrera de obstáculos.
Así llegamos con poco viento a Oyarvide luego de encalmarnos varias veces y mojarnos bastante con los chaparrones y, en nuestro caso, de realizar algunos peeling no muy acertados. Amanecimos en Samborombón con spinnaker, y a poco de pasar San Clemente entró un surcito que nos obligó a tirar bordes para ir a Punta Médanos mientras que los que iban adelante llegaron cerca de la canaleta en popa y en línea recta, ahí se nos escaparon un poco. Pasamos la canaleta justo a la medianoche y frente a Gesell nos quedamos encalmados durante varias horas hasta el amanecer, que trajo una brisa del noroeste en aumento. Pocas millas después de pasar el Faro Querandí el viento giró al oeste y siguió en aumento hasta llegar a rachas de 26 y 27 nudos, lo que nos obligó a bajar el spi y pasar al G3, al aumentar tomamos una mano de rizos. El barco iba fuerte en esa condición, pero luego bajamos la velocidad porque el viento se fue cerrando y terminamos bordejeando para poder cruzar la línea de llegada. Una regata lenta de 49 horas.
La nave:
Cuando golpea la ola no percibís ningún simbronazo ni sentís que se sacuda, se la nota sólida y adentro es muy cómoda y no hace nada de ruido. Por cierto, pifiamos algunos peelings por desconocimiento. Por ejemplo: no deberíamos haber puesto el foque en toda la regata, eso lo descubrimos sobre la marcha. Quizás tendríamos que haber medido con G3 -tema a estudiar- y quizás deberíamos haber corrido con otra puesta a punto. Me felicité por tener una mayor con una sola mano de rizos, ya que si la condición exige tomar la segunda, es preferible bajarla, porque el palo trabaja mal (y la vela también). Y en tal caso, como alternativa sería preferible poner una mayor de capa. El stoper en la botavara para tomar rizos es un golazo. Mi hermano, que siempre está arriba del Mumm 36, quedó muy sorprendido porque el barco no salpica y estaba seco por dentro. Fijate que cuando llegamos me pidió que fuera a secar la proa “seguro que entró agua por el tambucho” dijo, pero se equivocó, estaba seca. El agua que había entrado en la sentina fue la de los chaparrones porque no cerramos el acceso a la cabina, sólo habíamos cerrado el techo de acrílico. Una chubasquera hubiese sido la solución, pero tampoco fue grave porque el agua se redujo a un cuarto de balde en la sentina. La nave llegó entera, sin daños ni roturas, sólo se nos cortó la pata de gallo del tangón, un viejo tangón reciclado al que me olvidé de cambiarle -justamente- ambas patas de gallo. Ahora hay que traerla de vuelta a casa. Pero ese es otro viaje.
Andrés y Julián